El nuevo Opel Grandland GSe mantiene un atractivo talante deportivo gracias a sus 300 CV, aunque se apoya en un sistema híbrido enchufable que resulta muy eficiente de cara al bolsillo en el día a día. Una mezcla explosiva que convence.
Si ya tienes una edad seguro que recuerdas con nostalgia las siglas GSI asociadas a modelos como el Opel Kadett. Salvo milagro, eso ya no volverá a pasar, pero la marca recupera en parte ese concepto deportivo, aunque relacionado con la electrificación, que es lo que toca ahora.
Opel Grandland GSe, deportividad eléctrica
El ‘disfrute’ actual pasa por la denominación GSe (Gran Sport electric), una submarca con identidad propia que salpica a modelos como el Astra o a nuestro protagonista, el Grandland, dentro de la marca alemana.
La imagen no tira precisamente la casa por la ventana en cuanto a una presentación deportiva. Prefiere optimizar el chasis. Por eso su diseño apenas se desmarca del resto de la gama, al introducir unos paragolpes más aparentes o unas llantas de 19 pulgadas específicas. Se mantiene el frontal ‘Opel Vizor’, santo y seña de la marca en sus últimos lanzamientos. Mide 4,48 metros de largo, 1,86 de ancho y 1,63 de alto.
El interior tampoco es revolucionario en este sentido. Lo más destacado son las butacas delanteras, de corte deportivo y firmadas por el especialista AGR, algo que agradecerá nuestra espalda. También el volante es ‘GSe’.Y ahí se queda la cosa.
Más intención se ha puesto en mejorar el chasis. La dirección tiene un ajuste específico, aunque su buen tacto queda un tanto lastrado por las 3,0 vueltas de volante entre topes, muchas para un talante deportivo.
Amortiguadores KONI
Le sientan mejor los sofisticados amortiguadores KONI, que presumen de la tecnología FSD (Frequency Selective Damping) con el propósito de mejorar el dinamismo. Lo consiguen… y sin sacrificar en exceso el confort, aunque va más duro que el resto de la gama Grandland y que muchos de sus rivales. Lógico.
Su sistema híbrido enchufable sitúa al Grandland GSe en el olimpo en cuanto a rendimiento se refiere. Son 300 CV fruto del trabajo conjunto de un motor de gasolina 1.6 con 200 CV, y al aporte eléctrico de dos generadores, uno delantero que rinde 110 CV, y otro trasero que añade 113 CV. Sí, la tración es total.
El cambio es automático de 8 velocidades con convertidor de par. Resulta agradable, contempla una función secuencial en las levas del volante y añade en la palanca una posición B (Brake) que incrementa la intensidad de la frenada regenerativa. Utilizada con rigor la batería lo agradecerá.
La ‘pila’ que alimenta al sistema eléctrico tiene 14,6 kWh de capacidad. Admite cargas de hasta 7,4 kW en corriente alterna. El cargador embarcado es de 3,3 kW; en opción (385 euros) se ofrece otro de 6,6 kW.
Autonomía eléctrica del Opel Grandland GSe
La autonomía eléctrica homologada es de 63 kilómetros. No está lejos de los 58 kilómetros que ha recorrido nuestra unidad en uso mixto. El consumo medio fue de 17,8 kWh. En cualquier caso cubre las necesidades de uso diario de la mayor parte de los conductores. Y el coste de uso, aplicando las tarifas eléctricas más económicas, rondará los 4 euros cada 100 kilómetros.
Una vez agotada la batería el motor térmico arranca y cubrimos los primeros 100 kilómetros con un consumo medio de 2,8 litros. Y a partir de ahí, el consumo es una montaña rusa en función de cada escenario. Con energía en la pila y calma, 4,0 litros de media; si forzamos el ritmo 5,4. Con la batería descargada 6-8 litros y cargándola en marcha con la función e-Save, 11,0 litros de media. Esta última no compensa lo más mínimo.
El asistente de conducción nos permite elegir entre varios perfiles de uso: eléctrico, híbrido, sport y 4WD, este último más enfocado al asfalto con poca adherencia que a pistas de tierra por los neumáticos.
En marcha esta versión gana puntos dinámicos por el aporte de la tracción total y la calidad de la suspensión. Es más ágil que el resto de la gama, no protagoniza balanceos preocupantes y frena con contundencia, aunque el tacto del pedal no es el colmo de la progresividad. El peso ya es considerable (1.876 kilos), pero el rendimiento es fantástico.
Prestaciones del Opel Grandland GSe
De hecho la velocidad máxima es de 235 km/h y nuestra unidad ha firmado una aceleración de 0 a 100 km/h en 5,7 segundos, mejorando la oficial, que es de 6,1 segundos. También sorprende el tiempo registrado en el paso de 80 a 120 km/h, con apenas 3,2 segundos y 90 metros recorridos.
Convence, asimismo, el interior por su amplitud y acabados. La presentación es totalmente digital y se remata con rigor, con detalles en Alcantara. El cuadro de mandos digital de 12 pulgadas ofrece una completa información del sistema PHEV.
Las butacas delanteras están certificadas por el especialista AGR y detrás el piso plano facilita la habitabilidad de la plaza central. Eso sí, el maletero ve reducida su capacidad a 390 litros debido a la ubicación del motor eléctrico trasero, que le hace perder 124 litros con respecto a las versiones térmicas.
Por último, destacar su generosa y avanzada dotación tecnológica. En este sentido no echaremos nada en falta en cuanto a asistentes ADAS o en materia multimedia.
Rivales y precio del Opel Grandland GSe
Los principales rivales a los que se enfrenta el Opel Grandland GSe con el Peugeot 3008 GT Hybrid con 300 CV, modelo con el que comparte plataforma y tecnología. También el Cupra Formentor VZ 1.4 e-HYBRID con 245 CV y el Toyota RAV4 Plug-in Hybrid con 309 CV, este último algo más grande y menos deportivo que el resto.
En resumen, el Opel Grandland GSe destaca por su espectacular rendimiento y una dinámica que resulta más ágil que la media del segmento. Por lo tanto las siglas GSe convencen a los que buscan un SUV práctico, de corte familiar, eficiente, amplio y bien dotado tecnológicamente… pero que, además, buscan algo más en cuanto a talante deportivo. Eso sí, no se regala precisamente ya que el precio es de 57.600 euros.
