Recientemente condujimos el Renault Austral por primera vez con motivo de la presentación a los medios españoles. Un producto, precisamente ‘Made in Spain’, de especial importancia para la marca del rombo, con el que pretende entrar con las máximas garantías en el segmento más competido del mercado, el de los SUV compactos. Porque su producción es en la fábrica Renault de Palencia, donde se ensamblan los motores y caja de cambios, que son fabricados en Valladolid y Sevilla.
Sí, Renault ya estaba presente con el Kadjar. Pero no resultaba un producto ‘ganador’, pues no era un coche totalmente desarrollado para Europa, el mercado más exigente. Sino que era un producto global, adaptado para funcionar en esta parte del mundo.
Con el Austral, Renault ha echado el resto sobre la nueva plataforma CMF-CD de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Han creado un producto moderno, con las exigencias más actuales en cuanto a tecnologías y eficiencia en sus motores. Además de equilibrio en sus facetas funcionales y por comportamiento. Un coche para llegar directamente a los sentidos de nuestros conductores. Pero no nos adelantemos.
2Modo digital
Un habitáculo que ofrece un diseño afín a su modelo más moderno y sostenible, el nuevo Mégane. Así, al entrar en el interior del Renault Austral, nos recibe, como es pertinente hoy día, un amplio salpicadero digitalizado con una doble pantalla OpenR, unida en una misma carcasa. Pero separadas a su vez por una de las bocas de ventilación, vertical, que permite que el conductor pueda regular con facilidad el flujo de aire que le alcanza.
Ya nos hemos acostumbrados y tanta pantalla ya no nos impone. Pero como siempre, la duda para aprovechar su funcionamiento está en sus menús y en un funcionamiento intuitivo. Renault muestra aquí su experiencia. Y la pantalla central de 12” del infotaiment te permite acceder de forma rápida y sencilla a las principales funciones, sin sumergirte en su amplitud de posibilidades, que ya requiere más tiempo. Con la ventaja de la fiable respuesta de Google a través de la voz, que hace te permite utilizar sus amplias opciones sin despegar la vista de la carretera. Éste sí es el camino.
Además tienes mandos directos para la climatización bajo la pantalla, muy a mano. Y con la piña habitual de Renault para el control de audio, en el lado derecho de una abigarrada columna de dirección con el selector de marchas y el del limpiaparabrisas. La pantalla muestra unos trabajados gráficos, y gestiona bien los reflejos para su amplia superficie, con su cristal antirreflejante. Cuenta con head-up display de 9,3’’ para proyectar los principales datos sobre el parabrisas.
Todo está muy ordenado sobre el salpicadero, con tres botones bien integrados en el lado izquierdo para controlar el ESP y el line assist. La pantalla de la instrumentación de 12,3 pulgadas, muy vertical como todas las digitales, ofrece cuatro presentaciones para controlar las principales funciones. Pero en ninguna de las vistas hay cifras para el cuentarrevoluciones, solo una banda de color.
No he encontrado el punto óptimo entre la visión de la pantalla y la altura del asiento a pesar de la forma cuadrangular del volante, solo un buen compromiso. Renunciar al aro redondo tendría sentido, precisamente, para mejorar este apartado y, eso sí, para dar a su imagen un punto de originalidad no necesario. Aunque tengo que decir que, en marcha, me ha sorprendido su manejo en zonas de curvas al mover las manos; pero no lo suficiente para sustituir un ergonómico volante redondo.