Range Rover lleva casi 50 años fabricando vehículos SUV de lujo. Y la historia continúa, aunque en sus últimos lanzamientos la oferta se amplía con vehículos algo más 'pasionales'; sin abandonar la genética de la marca, por supuesto, pero más dinámicos y apetecibles al volante.
Es el caso del nuevo Velar, modelo que se sitúa entre el exitoso Evoque y el multitarea Range Rover Sport. Mide 4,80 metros de longitud, pesa prácticamente dos toneladas y pese a tanto 'músculo' nace para convertirse en la mejor referencia dinámica de la marca. No le resulta demasiado complicado porque aprovecha la plataforma del Jaguar F-Pace, su 'primo hermano' dentro del grupo JLR; y, por ello, su más directo rival.
Que llama la atención por donde pasa, damos fe de ello. Su escultural figura, refinamiento, lujo y un equipamiento sencillamente demoledor impresionan, aunque se hace un tanto cuesta arriba justificar los 119.400 euros que cuesta nuestra unidad.
Con acabado First Edition
Nos referimos al acabado First Edition, disponible exclusivamente durante el primer año a la venta del Velar, y que incorpora todo. Y cuando decimos 'todo' queremos decir 'todo': suspensión neumática, Terrain Response 2, diferencial de bloqueo trasero activo, All Terrain Progress Control, faros Matrix-láser led, sistema de sonido Meridian, cámara 360º con sensores de vadeo, llantas de aleación de 22 pulgadas, navegador Pro, aparcamiento asistido Park Assist, control de crucero adaptativo, asistentes de fatiga del conductor, de cambio de carril, de frenada autónoma en ciudad, reconocimiento de señales de tráfico… casi necesitaríamos todo el texto para completar su equipamiento de serie, y parece mejor idea repasar las fichas de la página 36.
El Velar nos recibe con las manillas desplegables de las puertas al activar el mando a distancia. No es un guiño sin más; se ha trabajado la aerodinámica hasta ese extremo para convertirle en el Land Rover más eficiente de la historia a la hora de luchar contra el viento.
Amplio interior
El interior es más propio de la cabina de un Airbus que de un vehículo. No quedan rastros analógicos en la información; todo es digital, en el cuadro de mandos configurable al gusto o en el denominado Touch Pro Duo, que incluye en la consola central dos pantallas táctiles de 10 pulgadas, cada una con todo tipo de información. Incluso los mandos sensoriales del volante no revelan su función hasta que por fin arrancamos, momento en el que muestran sus distintas funciones.
Y mientras nos entretenemos con tanta tecnología casi no nos daremos cuenta del confort, amplitud o calidad con la que se envuelve el habitáculo, típicos de Range Rover, por cierto. Delante es sobresaliente y detrás, casi. No por espacio, que resulta holgado, pero en el precio quizás echamos en falta una tercera zona climatizada independiente. Sí contamos detrás, en cambio, con respaldos regulables eléctricamente y asientos calefactados en las plazas de los extremos.
En la zaga, un portón eléctrico con función manos libres da paso a un volumen del maletero con 673 litros y una rueda de repuesto temporal… ¡de 19 pulgadas!
Toca, y apetece, ponerse en marcha
Su oferta mecánica cubre un amplio abanico de posibilidades, hasta con 380 caballos de potencia. Elegimos la novedosa variante diésel V6 de 300 CV, un auténtico devorador de kilómetros que no castiga especialmente el bolsillo debido a sus buenas cifras de consumo. Presenta tres litros de cilindrada, 2.000 bares de presión máxima en su inyección y dos turbos que actúan secuencialmente. A sus 300 CV se añade un par de 71,4 mkg, y todo ese potencial se gestiona mediante una avanzada transmisión automática de ocho relaciones con convertidor de par.
No hace falta ser adivino para entender que la respuesta al acelerador es prácticamente inmediata desde que pisamos el acelerador. Por poner un 'pero', no puede ocultar su naturaleza diésel en marcha, aunque ofrece un rendimiento espectacular, más aún si apostamos por el programa Sport del cambio.
Sus números lo avalan: 241 km/h de velocidad máxima y unas aceleraciones brillantes, aunque no tanto como las facilitadas por el fabricante. En cualquier caso, realizar un adelantamiento en carretera y pasar de 70 a 110 km/h se traduce en sólo 4,7 segundos y 121 metros de 'pista libre', unos números prodigiosos. En ese escenario de máxima exigencia comprobamos que el motor sube hasta las 4.800 rpm, y si activamos el modo secuencial con las levas del cambio en el volante llegará al corte sin subir de marcha.
Tanto potencial y su considerable masa, pese a su alto contenido en aluminio en la fabricación, no repercuten en una 'sangría' al bolsillo en el día a día. Hemos protagonizado consumos de 5,5 litros en carretera a velocidad de crucero de 90 km/h, y la media de la prueba ha sido de 7,6 l/100 km.
Si analizamos su comportamiento, señalar que las cosas suelen ser lo que parecen. Su diseño y filosofía desvelan que quiere ser el Range Rover más dinámico de la gama; y lo consigue. La tracción total, la dirección asistida eléctrica, el control de reparto de par en curva y el bloqueo del diferencial trasero activo son aliados perfectos en ese sentido. Si añadimos la suspensión neumática y el asistente Configurable Dynamics, que permite al conductor personalizar el mapa del acelerador, el cambio, la dirección y la suspensión, la cosa promete. De hecho, viajar en el Velar es una gozada por su confort, aunque sí resulta algo más firme en general que otros modelos de la marca. En curva se muestra algo más ágil que el resto de sus hermanos -incluyendo al Evoque, que también cautiva-, aunque las inercias no se pueden disimular a fuerte ritmo y tiende a irse de morro. Si esto ocurre, basta con levantar el pie del acelerador y todo vuelve a su cauce. Los frenos aprueban, aunque las distancias registradas son algo largas; en este caso, los neumáticos 265/40 R22 All Season le penalizan un tanto.
Si en asfalto brilla, no se arruga fuera de él. Su capacidad 'off road' es inferior a la de sus hermanos mayores, como el Discovery, pero la eficacia del Terrain Response 2 -no hay reductora- permite superar diferentes superficies sin despeinarnos. Y el asistente All Terrain Progress Control actuará como un control de crucero de velocidad reducida -hasta los 30 km/h- para que nos centremos sólo en el volante mientras superamos todo tipo de obstáculos, incluidos vadeos de 65 centímetros de profundidad, mientras la suspensión neumática nos permite alejarnos del suelo hasta los 25,1 centímetros. Mucho más de lo que nos imaginamos y afrontará su propietario; eso seguro.
LA CLAVE
El Evoque 'popularizó' en su día una gama que siempre ha combinado lujo y músculo. El Velar va un paso más allá y, sin renunciar a la genética de la marca, ofrece unas mayores sensaciones deportivas que el resto de sus hermanos. Lo borda en asfalto, va de cine fuera de él, su motor diésel de 300 CV devora kilómetros como si nada y su tecnología sencillamente abruma. Eso sí, presumir del acabado First Edition que nos ocupa está al alcance de pocos…