Con diferencias de pocos meses entre unos y otros, estamos asistiendo al lanzamiento de varios modelos del grupo Volkswagen dotados de la plataforma MQB Evo. Si en el número 1.778 pasaba por nuestras páginas el nuevo Seat León y en el 1.779 lo hacía la última generación del Volkswagen Golf, en este 1.780 probamos a fondo el nuevo Skoda Octavia, cuarta entrega del modelo más exitoso de la firma checa.
Aunque en breve llegan mecánicas de todo tipo -híbridos enchufables PHEV e híbridos suaves mHEV, gas natural G-Tec, propulsores de alto rendimiento para las versiones RS…-, solo cuatro motores componen su gama inicial: en gasolina, 1.0 TSI de 110 CV y 1.5 TSI de 150; y en diésel, el moderno 2.0 TDI -con doble inyección de AdBlue para eliminar las emisiones de NOx, entre otras mejoras-, desdoblado en 115 y 150 CV. Y como el Octavia Combi que nos ocupa es un 'carguero' de 4,69 metros en el que cabrá absolutamente todo cuando viajemos, creíamos que la mejor forma de empezar era hacerlo con el diésel más enérgico, ligado exclusivamente al cambio DSG -automático, de doble embrague y con siete marchas-, que ahora es de mando electrónico.
Lo ves de lejos y sabes que se trata del nuevo Octavia, pues a pesar de unas líneas más vanguardistas y mucho más aerodinámicas -ahí debe hablarse de revolución, con un Cx a partir de 0,24 en el sedán y de 0,26 en el familiar-, se ha preservado bien la identidad de sus antecesores. Las dimensiones apenas varían, aunque todas -salvo la distancia entre ejes- ganan unos milímetros. Y no ha sido estirado, probablemente, para no meterle en el terreno del Superb Combi. O porque realmente no hacía falta, pues estamos ante una de las referencias de la clase en cuestión de amplitud. Ahí están esos 640 litros de maletero con las cinco plazas en uso -nos gusta la bandeja que oculta el equipaje, sólida y que se repliega automáticamente en dos tramos tras presionar el borde-, o los 1.700 litros que se liberan al abatir el respaldo posterior, con división 60:40. Además, el plano de carga queda a solo 63,5 centímetros del asfalto, y pidiendo algunas opciones optimizamos su practicidad: portón eléctrico, suelo reversible, rueda de repuesto, mandos para tumbar la segunda fila desde la zona de carga, un gatillo para que aflore automáticamente el gancho de remolque…
Nos trasladamos a la zona del pasaje y sigue dominando la sensación de espacio. Delante, por ejemplo, se ha ganado anchura -142 centímetros al nivel de hombros- y nos acomodamos a cuerpo de rey, mientras que detrás el Octavia Combi -y el Octavia normal, pues comparten longitud y batalla- brilla por hueco para las piernas -73,5 centímetros de distancia entre respaldos con un conductor de 1,75 al volante- y altura al techo. Pero, para sorpresa nuestra, le hemos medido 3 centímetros menos de anchura al nivel de la caderas -pasa de 133 a 130 centímetros-, de modo que ahora tres adultos irán algo más apretados; y con el molesto túnel central, que incordia en la quinta plaza.
Un interior de calidad
Cifras a un lado, lo que más llama la atención cuando llevamos dentro un rato es la percepción global de calidad. Cierto es que la unidad probada tenía acabado Style -con el Ambition ahorramos 2.300 euros- y montaba opciones por un valor superior a 8.500 euros, pero justo es reconocer el esfuerzo de la firma checa en este capítulo. La atmósfera es refinada y elegante -con la tapicería de cuero claro y el salpicadero parcialmente revestido en piel varias personas llegaron a comparar el aspecto con el de un Audi-, y el acabado también es muy bueno, sin fallos de ensamblaje, sin rebabas, sin grillitos en malas carreteras… Quizás se haya ahorrado un poco materiales -los plásticos superiores de las puertas traseras son duros, y en la zona de la consola también hay algún elemento menos robusto que en un Audi-, pero la nota general es altísima.
Y ocurre lo mismo con el completo equipamiento, aunque para poner un Octavia Style al nivel de un León Xcellence deberemos pagar algunas opciones -no son muy caras- en el familiar checo.
Al volante todo pinta bien: asientos cómodos, buena visibilidad, levas de cambio -el nuevo mando de la caja DSG ya no permite cambiar manualmente, pues no es una palanca-, instrumentación digital configurable, gran pantalla central a mano... Puestos a criticar, diremos que no nos gusta la llegada de tanto mando táctil, como el del volumen de audio bajo la pantalla o los del techo eléctrico, poco visibles y difíciles de manejar sin error. La clásica rueda de luces cede su lugar a tres botones que no aportan mayor ventaja, no podemos resetear el ordenador de viaje desde el volante -debemos hacerlo tras una secuencia de órdenes en la pantalla-, para cambiar el modo de conducción hay que pulsar un botón en la consola y seleccionar el elegido en la pantalla, apagar el aire acondicionado obliga a visitar varios menús… Puede que este sea el futuro, pero hacer esas cosas de noche o en una carretera de curvas tiene su aquel. Y como esa 'logica' de funcionamiento podría cambiarse fácilmente, pues lo contamos.
Motor suave y silencioso
Y contaremos también que el Octavia Combi 2.0 TDI 150 DSG es un coche fabuloso para afrontar viajes. Puede que no sea un misil, pero baja de 9 segundos para acelerar hasta 100 km/h y ronda los 6 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, lo que se traduce en adelantamientos solventes. Además, es un motor silencioso, suave y progresivo, pues da la potencia máxima entre 3.000 y 4.200 vueltas, y eso ha permitido usar desarrollos de cambio larguitos: a 120 km/h, con la séptima engranda, gira a solo 1.740 rpm; y desde 1.600 rpm ya disfrutamos de los 36,7 mkg de par máximo. Entre eso, la depurada aerodinámica, un peso que no se desmadra pese al tamaño y la merecida fama de ahorradores que tienen los Skoda, no extraña lo poco que consume, con 5,3 l/100 km de promedio en nuestro exigente recorrido mixto y unos 4,5 litros reales viajando por autovía a ritmos legales. Lástima que el depósito sea ahora de solo 45 litros.
En cuanto al comportamiento, personalidad típicamente Skoda también, con suspensiones que, al límite, priman más el confort o la nobleza que el dinamismo, incluso si el coche monta suspensión adaptativa DCC, que tiene -nos parece una exageración- nada menos que 15 niveles de firmeza. Hay un balanceo marcado en curva y el tacto del pedal de freno debería transmitir más 'mordiente'; aunque hasta en esas tareas cumple, pues la estabilidad es buena y frena en pocos metros.
LA CLAVE
Si semanas atrás le hacíamos 'la ola' al nuevo León Sportstourer, que nos pareció un producto soberbio, ahora le toca el turno -comparten plataforma y tecnología– al nuevo Octavia Combi, que con el actualizado diésel TDI de 150 CV y la caja DSG -más moderna también- nos parece una de las opciones familiares más racionales del momento. Amplio, cómodo, seguro, bien hecho, con un maletero de 640 litros, un gasto de risa… Y los descuentos le ponen a tiro.