No es mala elección, sin duda. El Mercedes GLK es un vehículo muy completo por su confort de marcha, la calidad de la que hace gala y la versatilidad de uso que ofrece. Es cierto que si has leído y visto pruebas de este modelo, su enfoque es claramente 'asfáltico', como suele ser habitual en los SUV de este segmento. Sin embargo, sí que te permite ciertas licencias 'off road', aunque siempre limitadas. Nos explicamos.

En primer lugar si tienes pensado adquirir la versión 200 CDI de 143 caballos, comentarte que, pese a los 1.825 kilos que pesa el vehículo, resulta muy agradable y ofrece un rendimiento más solvente de lo que puede parecer. Dicho esto, esta versión es la de acceso a la gama y tan sólo dispone de propulsión trasera. Si tus inquietudes fuera del asfalto son mayores, debes elegir al menos la variante 220 CDI de 170 caballos, que ya dispone de tracción total 4Matic.

Te decimos esto porque el GLK dispone de un paquete opcional denominado Off-Road Pro que, lógicamente sólo se asocia a la tracción total. Este paquete cuesta 822 euros y ofrece protecciones de los bajos, una carrocería elevada 30 milímetros, un control de descensos, una brújula y un programa específico que optimiza la electrónica (control de estabilidad, ABS, entrega de potencia y par motor, acelerador o el cambio) para un uso más eficiente por el campo. 

Con todo esto el GLK se permite mayores licencias 'off road', pero no llega a la eficacia de su hermano mayor, la Clase M, a la que también haces referencia. Este último también dispone de un paquete opcional On&OffRoad, pero en este caso es mucho más completo (y caro) debido a que incorpora una caja reductora, un bloqueo del diferencial central y varios programas de conducción, según sea el tipo de superficie que se afronte. Es decir, hablamos en este caso de un todoterreno de verdad.

Por lo tanto, el GLK con el paquete 'off road' sí que te permite ciertas licencias camperas, pero no es comparable a la eficacia de la Clase M en este sentido.