Muchos son los aspectos que influyen a la hora de reducir la sonoridad y el refinamiento de un motor. La calidad de la inyección es primordial, pero se ha preguntado por qué cuanto más cilindros lleva un propulsor más refinado y lineal suele ser en su funcionamiento. Pues ahí entra de lleno su curiosidad: el volante motor.
Este elemento es una rueda maciza que se sitúa en el extremo del cigüeñal, al lado del embrague. Los pistones y las bielas se mueven por impulsos, provocados por las detonaciones en el interior de cada cilindro. Ese movimiento llega hasta el cigüeñal, que es el encargo de transformar la energía en movimiento circular que, tras pasar por la transmisión, llega hasta las ruedas.
Cuantos más cilindros haya más continuo será el movimiento del cigüeñal, pero siempre lo hará a golpes sucesivos. Lo que se hace es acumular un porcentaje de energía de giro en cada 'golpe' para aportarla al cigüeñal hasta que recibe la siguiente 'sacudida' con el fin de que el movimiento se transforme en un giro los más continuo posible. Esa es la función del volante motor o volante de inercia.
Su tamaño y peso depende de aspectos como el número de cilindros o el par motor. Si imaginamos dos motores que presenten la misma cilindrada, uno de dos cilindros y otro de seis, en este último el volante motor será más pequeño y ligero ya que las sacudidas sobre el cigüeñal serán más pequeñas y continuas que en el bicilíndrico. Cuanto más pesado y grande sea el volante motor más le costará al propulsor subir de vueltas, restando agilidad al conjunto.