La carrocería descapotable jugó un papel crucial en el desarrollo del Clase G y en sus primeros años de comercialización. Y es que cuando el todoterreno alemán recibe la luz verde para iniciar su producción, las versiones militares con techo de lona constituyen una parte importante del contingente previsto. Argentina y Noruega son algunos de los primeros países que confían en el potencial del Clase G como vehículo militar, si bien los ejércitos de cerca de 40 países acabarán haciéndose con sus servicios.
El descapotable está presente en la gama civil desde el primer momento, aunque únicamente con batalla corta. Lo cierto es que la concepción del Clase G como un vehículo de chasis independiente hizo muy sencilla la convivencia de versiones con carrocería cerrada y descapotables, ya que el hecho de que la carrocería no forme parte de la estructura del vehículo implica que el chasis no necesite refuerzos adicionales si se decide prescindir de parte del techo.
Además, numerosos elementos del Clase G descapotable son comunes con los de la versión de carrocería metálica y batalla corta, incluidas las puertas, que conservan los marcos para las ventanillas; una solución poco habitual en este tipo de carrocería.
De techo de lona con arquillos a capota eléctrica
Durante los primeros años de producción, el Clase G descapotable comparte la estructura de techo de lona con los vehículos militares, ofreciendo una solución más propia de un pequeño camión que de un turismo, con una ligera estructura desmontable de arquillos metálicos que soporta el techo de lona atado mediante correas.
Pero en 1985, el Clase G comienza a ofrecerse con una auténtica capota plegable que se abate y se cierra en unos pocos segundos. Adicionalmente, una funda fijada con corchetes permite llevarla desplegada y completamente protegida, eliminándose además, con este sistema, la necesidad de la estructura de arquillos y dotando, por tanto, al Clase G descapotable de una línea mucho más limpia y refinada.
En esta primera serie, la capota puede reemplazarse por un techo rígido desmontable; una solución ideal para países con inviernos duros que permite disponer de dos vehículos en uno. Habría que esperar, no obstante, hasta la llegada de la Serie W463 para disponer de una capota de accionamiento eléctrico.
Fácilmente reconocible por su pilar B sobredimensionado y acristalado, el W463 Cabriolet estuvo en producción hasta 2012. Cinco años más tarde, el exclusivo Mercedes-Maybach G 650 Landaulet recuperaría la capota en una corta serie limitada a 99 ejemplares, con carrocería extra-larga y ejes pórtico, si bien esta es una historia que merece su propio capítulo.
El Clase G protagonizó más historias en 1985 y 1986
La nueva versión descapotable fue lo más importante que le ocurrió al Clase G a lo largo de 1985, pero no fue lo único. Los bloqueos de diferencial delantero y trasero se incluyeron por fin entre el equipamiento de serie junto con el cuentarrevoluciones y el cierre centralizado.
Por otra parte, en junio se cancela la producción del furgón de batalla corta por su reducida demanda. Además, Dinamarca adquiere un importante contingente de unidades militares, básicamente 240 GD, seguidos posteriormente del 290 GD y de unos pocos 300 GE. Paralelamente, Suiza se hace con numerosas unidades del 230 GE, que a partir de 2014 serían reemplazadas por nuevos Mercedes G 300 CDI.
Con todo ello, la producción anual del Clase G alcanza, en julio, las 8.685 unidades, y un año más tarde se llegará a una producción acumulada de 50.000 unidades. También en 1986 comenzarán a ofrecerse versiones de chasis-cabina con batalla larga (2,85 metros), y aparece el 200 GE como versión de acceso del mercado italiano.