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45 años de Mercedes Clase G: En 1987 llega la cuarta renovación a la gama

Si hay algo que diferencia al Mercedes Clase G de sus rivales y que le ha permitido hacerse “más fuerte que el tiempo” es la constante actualización a la que ha sido sometido. A lo largo de estos 45 años, ha habido únicamente dos grandes rediseños con cambios de calado en la arquitectura del vehículo. El primer se produciría en 1989 (diez años después de su lanzamiento), mientras que el segundo y más importante se llevaría a cabo en 2018.

Pero el hecho de que haya habido únicamente estas dos modificaciones de calado se debe a que Mercedes ha mantenido constantemente actualizado el modelo desde el día siguiente al de su lanzamiento, en un lejano 1979, reduciendo la necesidad de “cambiar de modelo” y permitiendo que el Clase G haya llegado hasta nuestros días conservando el ADN de aquellos primeros modelos.

La última renovación de la serie W460

Desde su lanzamiento ocho años atrás, en 1987 llega la cuarta renovación a la primera generación del Clase G (W460). La estrella de la nueva gama, presentada en el Salón de Fráncfort de aquel año, es el 250 GD, que introduce el primer motor diésel de inyección directa de la gama para sustituir al 240 GD.

En concreto, se trata del OM 602.930, el moderno sucesor de la familia OM 617, cuyo bloque de cinco cilindros en línea y 2,5 litros ofrece 84 CV y 154 Nm, con un consumo de 11,1 l/100 km en carretera y de 13,9 l/100 km en ciudad.

En aquel Clase G, el motor iba acoplado, de serie, a una caja de cambios manual de cinco velocidades, mientras que opcionalmente se podía pedir una automática, de cuatro relaciones, con el clásico selector en escalera de Mercedes que permitía bloquear el acceso a una marcha superior, algo especialmente útil para aprovechar la retención del freno motor tanto en la conducción todoterreno como a la hora de circular con cargas elevadas en zonas de montaña, evitando castigar en exceso los frenos.

Más equipamiento para el Clase G

Con el nuevo rediseño, el renovado Clase G aumenta su equipamiento de serie, que incluye ahora iluminación del cuadro de instrumentos regulable, parabrisas laminado, calentador de los eyectores del lava-parabrisas, luneta térmica trasera, cerraduras de seguridad para niños en las puertas laterales traseras y una alarma de aviso de luces encendidas al apagar el vehículo. Son equipamientos hoy básicos que en 1987 no se habían generalizado.

En la nueva gama aparecen además opciones inéditas, entre las que destacan los elevalunas eléctricos para todas las puertas, la antena telescópica automática para la radio, una cubierta enrollable en la zona de carga y diversos equipamientos inéditos para las versiones profesionales. La caja de cambios automática de cuatro velocidades se ofrece en todos los modelos. Además, aparece un chasis-cabina con 3,12 metros de batalla, que se suma a la versión ya disponible de 2,85 metros.

Se desarrolló además una versión cerrada con la nueva batalla de 3,12 metros que nunca pasó a la producción en serie, si bien posteriormente se fabricarían contadas unidades tipo limusina de lujo con una configuración similar. Pero quizás lo más importante de todo lo que ocurrió en 1987 con respecto al Clase G fue la decisión de incorporar el vehículo a la división de turismos de Mercedes-Benz, que rápidamente comenzaría a desarrollar la nueva generación del W460: el más refinado W463.

Aquel cambio de filosofía será trascendental en la evolución del todoterreno de Mercedes, que vería cómo las versiones de uso profesional se iban separando de las de quienes entendían el vehículo como un turismo y, a la postre, sería lo que acabaría salvando al Clase G, convertido hoy en todo un símbolo de estatus.

Fotos del Mercedes Clase G W460 (1979-1989)