En un mercado saturado de modelos, cuesta hoy entender la importancia del Land Rover Discovery (hoy JLR Discovery), presentado como una auténtica revolución en el Salón de Fráncfort (Alemania) de 1989. Basado en el desarrollo del Range Rover, se trataba de un todoterreno familiar de tres filas de asientos construido sobre un chasis de largueros y travesaños suspendido sobre dos ejes rígidos.
Si el Land Rover original (cuyo linaje se bautizaría como Defender) fue concebido como un espartano vehículo agrícola y el Range Rover como el primer todoterreno europeo de lujo, estaba claro que entre ambos modelos había un hueco importante que el Land Rover Discovery se encargaría de rellenar, posicionándose como la opción familiar sin renunciar a las buenas capacidades para salir del asfalto de sus hermanos de gama.
Un todoterreno creado con retales de otros coches y mucha imaginación
Lanzado en versión de tres puertas, un año más tarde se comenzaría a vender también con carrocería de cinco puertas, si bien ambos podían contar con dos plazas auxiliares en el maletero. La elevación del techo para permitir acomodar a los ocupantes de la tercera fila y la adopción de claraboyas laterales conferían al todoterreno británico un aspecto inconfundible.
Su luminoso interior contaba con una gran habitabilidad y soluciones de diseño muy innovadoras para la época, como porta-revistas sobre el parabrisas, asideros para los pasajeros traseros incorporados en los reposacabezas de los asientos delanteros, controles remotos de la radio en el panel de instrumentos, paneles de techo solar dobles extraíbles (con una bolsa de almacenamiento tras los asientos traseros) y una bolsa de tela de marca Land Rover en la consola central delantera para guardar objetos pequeños que se podía quitar del vehículo y usar como bolso de mano.
Esto no impedía que, para reducir costes, numerosos elementos del primer Land Rover Discovery fueran heredados de otros modelos. La mayoría de los componentes del interior y del tablero de instrumentos provenían del Range Rover, el cuadro de mandos y el panel de instrumentos se heredaban de los MG Maestro y Montego, respectivamente, el reloj digital venía del MG Metro, las toberas de aire del salpicadero eran del Rover 800, mientras que la consola de mandos de la climatización provenía del Range Rover.
El hermano mayor del Land Rover Discovery le cedía también los paneles interiores de las puertas y los marcos de las ventanas, mientras que el Morris Marina aportaba las manecillas de las puertas. La furgoneta Freight Rover contribuía a este puzle con sus faros delanteros, mientras que el Austin Maestro era el donante de los pilotos traseros.
El primer Land Rover Discovery era un eficaz todoterreno
Pero si las sinergias en materia de acabados podían ser un poco discutibles, las sinergias en materia mecánica suponían que aquel primer Land Rover Discovery fuera tan buen todoterreno como el Range Rover o como el propio Defender.
La clave estaba estaba tanto en la transmisión como en las suspensiones. A la salida de la caja de cambios se instalaba una caja tránsfer con un diferencial bloqueable y una reductora, que además permitía el accionamiento independiente de ambos elementos en lugar del habitual y restrictivo uso secuencial (primero bloqueas el diferencial y luego engranajes la marcha corta).
Este elemento fue todo un acierto para quienes buscaban, por ejemplo, un vehículo con el que remolcar una caravana, ya que el hecho de poder conectar la reductora sin tener que bloquear el diferencial central permitía maniobrar con la caravana en un escenario complicado (una rampa compactada con una fuerte curva, por ejemplo) sin renunciar ni a la desmultiplicación de par que aporta la reductora ni a la maniobrabilidad que aporta el diferencial abierto.
Otro elemento interesante era el freno de mano, que actuaba sobre el semieje trasero de la transmisión, bloqueando así el eje de transmisión trasero o ambos ejes si estaba activado el bloqueo del diferencial central.
En 1994, el Land Rover Discovery sería profundamente renovado y comercializado como Land Rover Discovery 2, si bien estructuralmente permanecía invariado. Personalmente, he tenido ocasión de probar varias unidades de esta serie en mi etapa como redactor y jefe técnico de la desaparecida revista Fórmula TodoTerreno, y dejando aparte los problemas de fiabilidad que podían presentar algunos componentes, siempre me pareció un producto tremendamente versátil por su capacidad para ofrecer increíbles prestaciones fuera del asfalto, sus buenas maneras en carretera y su destacable habitabilidad para tratarse de un automóvil de sólo 4,70 metros.
En 2004, el Land Rover Discovery sería finalmente reemplazado por la segunda generación del modelo, el Discovery 3, del que, si os parece, hablamos otro día.Ah, por cierto. Para celebrar este 35.º aniversario, JLT ha lanzado una versión conmemorativa del actual Discovery que estrena motor diésel mild hybrid de 3,0 litros y 350 CV del cual probablemente muy pronto podamos hablar también más en detalle.
