¿Sabías que el Suzuki Swift de los años 80 contaba con una picante versión sobrealimentada por turbocompresor? Aunque en Europa tuvimos que esperar a la llegada de la quinta y actual generación del Swift, lanzada en 2017, para encontrar un turbocompresor bajo el capó de un Suzuki Swift, en Japón los motores turbo comenzaron a comercializarse desde la primera serie (SA), lanzada en un lejano 1983.
Por aquel entonces, el nombre oficial más habitual del urbano Japonés era Suzuki Cultus, pero para Europa se eligió la denominación Suzuki Swift, nombre que se universalizaría a partir de la tercera generación y reemplazaría al de Cultus a nivel global, si bien siguen existiendo denominaciones específicas para algunos mercados.
El Suzuki Swift se vendió en EE. UU.
Curiosamente, a pesar de tratarse de un fabricante relativamente pequeño, Suzuki ha tenido una importante presencia en EE. UU. tanto con su propia marca como a través de General Motors. En 1981, el gigante norteamericano se hizo con un 5,3 % de las acciones de la japonesa y comenzó a comercializar algunos de sus productos que permitían a GM introducirse en nichos de mercado llevando a cabo una inversión mínima.
Este es el caso del Suzuki Swift, la primera colaboración entre la americana y la japonesa. Algunas fuentes explican que este primer Swift fue en realidad un desarrollo inacabado de GM y que fue vendido a Suzuki a cambio precisamente de una participación en su accionariado. Sea como fuere, el modelo fue un éxito a nivel global, y en EE. UU. se comercializó como Chevrolet Sprint.
La unidad de la que hoy hablamos corresponde a la fase II de esta primera generación, que en España llegó a comercializarse como Suzuki Swift, a precios elevados y en cantidades muy limitadas debido a los severos cupos de importación con los que contaban los automóviles japoneses en aquella época.
De hecho, en nuestro mercado se comercializó en una atractiva versión GTi, dotada de un motor 1.3 con distribución mediante culata de 16 válvulas y alimentación por inyección electrónica que ofrecía nada menos que 101 CV, lo que permitía a este urbano de apenas 3,75 metros desarrollar 182 km/h y bajar de los nueve segundos en el paso de cero a 100 km/h.
Un motor turbo para el Suzuki Swift americano
No obstante, el hot hatch norteamericano contaba con una configuración completamente diferente. De hecho, aparte de las diferencias lógicas que introducía la parrilla de Chevrolet, sus aditamentos aerodinámicos son también específicos y menos llamativos que los de las versiones europeas y japonesas, con una llamativa entrada de aire en la parte superior del capó en la que un vinilo nos recuerda que el vehículo monta un intercooler, al tiempo que en los laterales se lee la palabra ‘turbo’.
Pero lo más interesante se encuentra bajo el capó. A pesar de presumir de “turbo”, el Suzuki Swift americano era bastante menos ambicioso que el GTi europeo. Su motor era un tricilíndrico de un litro sobrealimentado por turbocompresor, con el aire de admisión refrigerado por un pequeño intercooler, una arquitectura poco habitual en una época previa al downsizing y especialmente atípica en EE. UU.
El caso es que Chevrolet optó por montar el motor G10 turbo de Suzuki, diseñado en realidad para los kei car (los pequeños coches japoneses que se benefician de una fiscalidad ventajosa) eliminando un cilindro del bloque G13/G15/G16. Aquel motor, con bloque de aluminio, estaba alimentado por inyección electrónica y sobrealimentado por un turbocompresor IHI RHB31/32, pero carecía de culata multiválvula.
Así que su rendimiento, penalizado además por el catalizador, no era muy alto, con una potencia declarada de 71 CV. Para mejorar sus prestaciones, se acoplaba a una caja de cambios de cinco velocidades, cuando lo habitual en la época y en el segmento era disponer de sólo cuatro relaciones.
Este Suzuki Swift turbo se encuentra a la venta
La web norteamericana de subastas de coches on-line Bring a Trailer tiene actualmente a la venta este no muy conocido trocito de historia de los compactos deportivos o hot hatchs. No es una unidad en un estado impecable de conservación, todo hay que decirlo, pero su puja máxima en el momento de escribir estas líneas es de sólo 4.500 dólares, equivalentes a unos 4.127 euros.
El vehículo es una unidad de 1987, se encuentra en Cave Creek, Arizona, y su odómetro registra 97.000 millas (cerca de 160.000 km). Las fotos y los vídeos que ilustran esta información ponen en evidencia que el vehículo muestra los desperfectos lógicos de un automóvil fabricado hace ya 37 años, incluyendo algo de corrosión en los bajos y fugas en la transmisión. Dicho lo cual, ¿a qué petrolhead que se precie no le gustaría echarle el guante a este peculiar hierro del otro lado del charco?