Cuando la firma nipona anunció que se lanzaba a la propulsión eléctrica, quien más quien menos pensó en que seguro que no sorprenderían con alguna vía diferente a lo que ofrecen los eléctricos en otras marcas. Y no han defraudado. No es que hayan cambiado radicalmente las reglas; pero sí han aportado su propia visión de lo que debe ser la movilidad eléctrica. Y el MX-30 es fiel reflejo de esa filosofía tan particular de Mazda.

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