Tras su éxito, Alfa Romeo decidió producir una serie muy pequeña para particulares. El proyecto se le encomendó a Franco Scaglione, que puso toda su experiencia en el diseño del 33 Stradale, un modelo que se diferenciaba de la versión de carreras por la ampliación de la distancia entre ejes en 10 centímetros y un bastidor de acero en lugar de uno de aluminio. Este coche liviano, con 230 CV de potencia, podía alcanzar los 260 km/h y podía pasar de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos.

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